Hoy es un día lluvioso, pues a veces las coincidencias se dan todas juntas. 

No esperaba encontrarme con un libro como el de Álex Rabassa en estos primeros meses del año. Pero fue Lluvia quién me buscó a mí. Una novela cuya sinopsis, al igual que me ocurrió con Los vivos de Monge, no revela nada. Una novela dividida por estaciones (otoño, invierno, primavera y verano) y con varios hilos argumentales. Te doy unas pinceladas. 

Por un lado, tenemos al típico empresario de una gran multinacional, en un viaje de negocios, a punto de hacer (o haciéndolo) algo deshonesto. Por otra parte, su mujer, una relación de pareja que queda en un segundo plano cuando se sucumbe al monstruoso ritmo de vida actual. También su mujer, viviendo una situación personal difícil que rompe con su rutina y de la que su marido no sabe absolutamente nada. Y la historia de cómo se fraguó ese amor (una historia muy bonita, por cierto) y por qué él tiene que viajar a la India con su mejor amigo de la carrera universitaria. Sus nombres son Gerard, Paola y Max, pero durante la historia aparecerán más personajes que darán sentido a todo.

Tenemos varios saltos temporales y, además, se habla del tiempo, qué más podemos pedir. Debo reconocer que me he desubicado en algunos de estos cambios de tiempo, sin saber muy bien si nos retractábamos al pasado o seguíamos en la historia presente, así como la primera vez que Gerard está en la India, que no sabe una a qué hilo argumental concierne, pero el puzle, porque al final Lluvia es un pequeño rompecabezas de significados, se consigue montar a la perfección.

Cuando dije al inicio de esta reseña que no esperaba encontrarme con una novela como Lluvia en los primeros meses de mi año es porque lleva a una reflexión profunda para la que quizás aún es temprano (un pensamiento muy occidental este de dejar siempre las reflexiones para el final y no para el inicio -mea culpa-). Es un libro que cuando comencé a leerlo me di cuenta de que estaba muy bien escrito, que Álex Rabassa parecía muy seguro con él y que guardaba los suficientes misterios como para engancharme. 


Le daba miedo la obligación de tener que escoger un camino..., de no sentirse libre.


Lluvia va sobre esos momentos de la vida que nos ponen en jaque. Es decir, va de tantas y tantas personas que en nuestro bucle de vida, dejamos de apreciar lo importante. Y de los miedos y preocupaciones modernos. Por ejemplo: perder el tiempo. ¿Podemos, realmente, perder el tiempo? Por eso Gerard refleja a la perfección ese tipo de persona ambiciosa, triunfadora, entregada a su trabajo, obsesa del control, preocupada todo el tiempo, olvidadiza sobre las pequeñas cosas que dan sentido a nuestra existencia. Paola, su mujer, para mí es todo lo contrario, aunque ella también ha caído presa del gris de la lluvia del tiempo adulto, una lluvia que antes le encantaba. Sin embargo, aún guarda más vivacidad, más pasión y pienso que cree mucho más que Gerard en la «magia» de la vida. Es ella quien le pide que vieja hasta la India durante un tiempo en el que Paola debe desaparecer y nadie tiene que saber por qué.

La India. Qué lugar tan lleno de contrastes. Supongo que más o menos todos generamos las mismas imágenes mentales cuando pensamos en este país. Por un lado, nos viene mucho colorido y, por otro, mucha pobreza. Además, es un lugar en el que también pensamos cuando hablamos de espiritualidad. Parece que peregrinar a la India es una forma de encontrarse con una sabiduría ancestral. En fin, seguramente tengamos muchas imágenes prediseñadas en nuestra mente y Lluvia sí nos acerca un poco a este cliché de la India, pero de una forma muy personal. La veremos descrita a través de sus  paisajes, de sus costumbres y, también, de sus habitantes. Algunos de ellos tendrán voz en Lluvia. Y allí habrá un sabio, Savir, muy importante para Paola que también será muy importante para Gerard. 

Meditaremos por momentos. Si algo terminamos sabiendo cuando terminamos la historia de Álex Rabassa es que nada permanece y todo cambia. Por eso, también, se produce un cambio en nuestro interior. No somos los mismos al comenzar a leer Lluvia y al terminarla. Esto es importante que lo sepas. Pero si no lees el libro, el rato que hubieras invertido en él, lo harás en otra cosa que, seguramente, también te cambiará. De todos modos, me gustaría que me entendieras mejor ojeando la historia de Rabassa. Merece la pena.

He subrayado muchas frases. Muchísimas.


La vida era una cuestión de decisiones.


Y algo que me ha parecido curioso de la historia es que no tiene pretensiones de parecerse a nada anterior. Esto es crucial. Si te digo que está el típico empresario, o un hospital de por medio, o un viaje a la India con un amigo, igual que nos ocurría con el ejercicio anterior del país asiático, lo más probable es que comencemos a hacer hipótesis de lo que va a pasar. Sin embargo, Lluvia nos deja con preguntas abiertas. Finalmente, no va sobre una enfermedad. No va sobre un despertar espiritual. No va sobre dejar un trabajo multimillonario e irse al campo a sembrar patatas. Hay amor. Hay familia. Hay diferentes culturales. Hay reencuentros. Hay despedidas. Hay un escritor, Álex Rabassa, que hay querido hablar de temas universales sin caer en tópicos y que deja para el final una respuesta que solo el lector puede responder.

Lluvia es un estado climatológico, pero también una historia que nos vamos a contar cada uno de nosotros de manera diferente.

El final me ha gustado mucho, a pesar de que no me gustan los finales en donde no me lo den todo hecho, la verdad. Sin embargo, siento que no podría haber sido de otra manera para Lluvia de Álex Rabassa. Ha pasado mucha gente por apenas 215 páginas y también han ocurrido muchas cosas. Por todo ello me parece que es una lectura muy especial. Sobre todo por una razón: Rabassa no pretende que esta lluvia nos arrastre, no quiere adoctrinarnos en nada. Solo contar una historia y que cada cual sienta su propio fenómeno climatológico. 

Álex, corrígeme si me equivoco.