Hay tres obras, ahora mismo, que han orbitado durante los últimos meses alrededor de mí y que me parecen compartir un tono muy similar. Una de ellas es Sobrevivir a los prejuicios de Adriana Florez, novela de la que espero hablaros próximamente. Otra es Mi octubre rojo de Leonor Pérez de Vega, una obra sincera sobre el dolor crónico. Y la última es Vida antes de la muerte de Mel Romboli, una novela de ficción acerca de una médica en cuidados paliativos y sus vivencias. 

Creo que nos gustan los argumentos que giran entorno a los hospitales, la medicina, la salud, la vida y la muerte. Por eso, triunfan las novelas de romance médico, o por eso consumimos tantos libros de autoayuda que nos hablan sobre hábitos que pueden influir positivamente en nuestra salud. De hecho, Sonia Henry acaba de publicar Anestesiados con Malpaso y cía en donde trata de la montaña rusa que viven los médicos residentes. Y todo ello me parece que está contemplado en Vida antes de la muerte de Mel Romboli. Me ha parecido una de las novelas más completas y especiales de este último año.

La verdad es que comencé a leerlo sin saber muy bien qué me iba a encontrar. Había leído opiniones muy diversas sobre la historia y algunas discrepancias. Creo que a los lectores con Vida antes de la muerte les ha ocurrido algo en lo que yo he estado tentada también a caer y es en elegir qué parte les gusta más de la novela: las vivencias de la médica que aparece en ella (su día a día, la historia con su hijo, sus experiencias como médica migrante) o las historias acerca de pacientes que están al borde de la muerte. Claro, queremos más de una cosa que de otra, qué duda cabe, y esto ya es a gusto personal, pero en realidad encuentro muy atractiva la mezcla de ambas. ¿Por qué? Porque si Vida antes de la muerte fuera solo un compendio de historias sobre despedidas y últimos minutos de vida, adquiriría una intensidad y un tono que se ve, sin embargo, templado gracias a que el hilo conductor de todo ello es una protagonista, madre soltera, humana, de carne y hueso, con sus propios problemas personales además de los de sus pacientes. Y he aquí uno de los puntos fuertes de la historia: en Vida antes de la muerte los médicos son seres humanos (por si alguien lo dudaba) y además de salvar vidas, tienen también, muchas veces, que salvar la suya propia.

Mel Romboli maneja muy bien la escritura y creo que es una autora muy empática. Parece que habla sobre ella misma porque comparte profesión, también la especialidad de cuidados paliativos, con la protagonista, así como algunas otras características, pero ya nos ha confesado que es una obra de ficción (con algunos puntos más biográficos, pero sin pretensión de biografía).

Lo primero de lo que nos percatamos en Vida antes de la muerte es que la sobrecarga de trabajo que tienen los médicos es muy alta. Así como que lidian con situaciones muy diversas y con una carga emocional muy fuerte. Tienen su propia historia y Mel Romboli se la da. Lo segundo que percibimos es que hay una fuerte crítica también hacia los prejuicios que se tiene con los médicos extranjeros. Lo vivimos de primera mano en la obra y podemos ponernos en su propia piel. Lo tercero es algo mucho más profundo y potente: hablar de lo que no hablamos, la muerte.

Uf, la novela de Mel Romboli te da un buen revolcón. Hay escenas muy emotivas y emocionantes. Cosas mágicas que ocurren al final de esta etapa que llamamos vida. Despedidas preciosas. Necesidades que se han de cubrir en esos últimos minutos. Historias, recuerdos y mucho amor. Creo que la autora quiere remarcar en Vida antes de la muerte el amor. Al final solo queda él. Y me gusta esta visión. Es la que yo sostengo en Cura mi corazón, que también habla de hospitales y de luchas.

Con Vida antes de la muerte he aprendido, pero sobre todo he querido más. Pocos libros (autoconclusivos) me han producido la sensación de querer leer más de ello. Me entran ganas de presionar a Mel Romboli para que escriba una segunda parte y nos siga contando cómo sigue viviendo estas situaciones de despedidas y de reinicios. También quiero que me siga hablando, como lo hace en el libro, de esas cosas que se tienen que leer entre líneas. Como la chica que en realidad no lucha contra la muerte, sino contra su propia vulnerabilidad. ¡Son preciosas esas metáforas! Y es más: no son metáforas. Mel Romboli te confiesa entre las páginas que cree que hay algo más, algo que no sabe cómo se llama, pero que nos envuelve a todos. Algo que define el destino de unos u otros, que hace que algunos pacientes se recuperen y que otros se marchen. Algo que está dentro de uno mismo. Mel percibe... y te permite a ti también percibir. Vida antes de la muerte te abre una puerta hacia otra parte.

Si tuviese que elegir es cierto que me quedaría con la parte de las vivencias de los pacientes porque soy muy llorica, pero sigo pensando que el día a día de nuestra protagonista es necesario para poner orden en la historia y bajar a lo mundano, así como conocer el sistema médico que envuelve a estas intensas situaciones. Las despedidas que vivimos en el libro de Romboli no son posibles sin una cama de hospital. Sin una sanidad pública. Si unos profesionales que se dejen la piel en ello. Y ella con mucho buen acierto, las narra también. 

Vida antes de la muerte de Mel Romboli ha sido un gran descubrimiento. Me ha sorprendido para bien y he aprendido, reído y llorado con esta historia. Tiene dos partes muy diferenciadas que, sin embargo, se necesitan entre ellas: la que narra los últimos momentos de pacientes en cuidados paliativos y la que nos cuenta la vida de una médico extranjera, madre soltera, que trabaja en dicha especialidad. Es una historia que ha provocado una necesidad de saber más acerca de todo este mundo y que ha abierto una puerta al misterio que supone la muerte y la vida y, entre ambas dos, el amor.