Hay libros con premisas muy potentes y Vértebra de Mariana Revilla sorprende al respecto. ¿Sabías que, en un cuerpo, las vértebras son las últimas en romperse? Esta es la frase que susurran a Elisa, la escritora que ha vuelto al pueblo de su abuela en busca de inspiración, durante el club de lectura que ella misma ha montado para tomar ideas. Se lo dice Eunice, una mujer embarazada que en ocasiones siente a su hijo muerto dentro de ella.
Elisa es un personaje sin miedo aparente. Escribir terror ha conseguido que lo relativice todo mucho. Y, desde el inicio, el personaje nos plantea un juego de espejos por las múltiples interpretaciones que podemos hacer de lo que va ocurriendo. Por un lado, la obra comienza desarrollándose, quizás de forma un tanto abrupta, en un club de lectura en donde Els o Elisa quiere que los participantes elaboren una historia de terror siendo ellos mismos los protagonistas. Por otro, como ya he dicho, nuestro personaje principal, Elisa, es una mujer sin miedo, lo cual inquieta mucho a los habitantes del pueblo, que están muy interesados en conocer si realmente ella teme a algo. Aquí ya hay dos posibles ideas o direcciones a tomar: la metaliteratura (los personajes convertidos a su vez en los propios escritores de su novela) y el reto que parece plantearse la autora para con su personaje, poner a prueba los temores de Elisa. Pero hay más, mucho más, porque he leído en alguna parte que Mariana Revilla está muy interesada en traer a la mente los terrores más ocultos de los lectores, pero también en explorar los distintos estados de conciencia. Y este libro tiene varios niveles de profundidad como si bajásemos la escalera del inconsciente.
Debo reconocer que el inicio no ha sido del todo de mi agrado, aunque puedo comprender que Vértebra quiera iniciar como si el lector ya estuviese familiarizado con el contexto, el pueblo, y las razones por las que Elisa está allí. Digamos que el recurso con el que comienza Mariana, el club de lectura, nos pilla un poco de golpe, así como algunas de las extrañezas que comienzan a ocurrir. Se puede interpretar a favor si lo tomamos como un extracto de una historia más amplia cuyos bordes no vemos (¿has visto Perdidos?), pero si lo entendemos como historia única y queremos satisfacer nuestras preguntas en ella, la transición inicial puede ser confusa y metida un poco con calzador. La mayor parte de las críticas de la obra parecen apuntar que se dejan muchos asuntos sin explicar o resolver, o aspectos en los que no se profundiza o no adquieren más relevancia a lo largo de la obra. Esto, personalmente, me lo he tomado como detalles que solo eran eso, detalles. Y que quizás en próximas publicaciones relacionadas con el universo de Vértebra descubramos más. No necesito que me lo expliquen todo. También he visto opiniones que relacionan el libro con escritores como Poe o Lovecraft, lo cual son dos referentes muy potentes para Revilla.
Prosigo, entonces. Vértebra de Mariana Revilla comienza a enturbiarse a medida que avanzan las páginas. Creo que la autora ha jugado muy bien con elementos atávicos que nos ponen los pelos de punta. No solo ha concretado el terror en una parte concreta de nuestro cuerpo, la columna vertebral (de hecho, la idea de la obra le surgió a la autora al pensar en los escalofríos que nos recorren la espalda cuando tememos algo), sino que ha incluido otros elementos, como una mujer embarazada, un feto, huesos, moratones, malformaciones, gotas de sangre e incluso la música de una flauta y una canción de cuna para angustiarnos. Soy bastante miedosa y es cierto que no he sentido miedo total con Vértebra, sino algo más bien inconsciente, como un pequeño reconocimiento del miedo que sí puedo sentir oculto que dentro de mí, o de la fuerza de todas esas imágenes colectivas, de monstruos universales, y de la fina línea que nos separa de la locura.
Hay dos escenas muy poderosas, a mi parecer. La que ocurre dentro de la casa de Laurence, totalmente a oscuras, en donde vamos desentrañando el misterio solo a través del tacto de Elisa (los sentidos tienen un papel relevante en este libro y siempre he sostenido que un escritor que maneja los 5 sentidos en su novela es un buen escritor) y la que se desarrolla en el tren, una situación angustiosa y claustrofóbica por el propio contexto de la máquina.
(Si te apetece, pásate a leer El terror literario como resultado de convertir lo cotidiano en peligroso, un artículo que tenemos en esta misma web).
Más o menos a la mitad de Vértebra las interpretaciones de la novelette se disparan. El personaje también comienza a enfermar levemente y en sus recuerdos aparecen palabras de su madre que la incitan a mantener la cordura, lo que hace inminente preguntarse: Lo que está ocurriendo, ¿es fruto de su imaginación?
Mención especial al escenario del pueblo y a unos habitantes que, aunque solo sabemos de ellos pequeñas pinceladas, actúan de maravilla haciéndose los locos ante los sucesos que van aconteciendo.
La escena final es libre de interpretaciones, como toda la obra, que más que suscitar terror, te presta una mirilla a través de la cual puedes ver el terror que, si tu mente no controla, podrías llegar a sentir. Vértebra de Mariana Revilla es un relato largo que te advierte más que te produce con elementos simbólicos y grotescos que aumentan tus niveles de angustia.
¿Y sabes a qué huele esta angustia? A flores secas y agua estancada.
¿Y sabes a qué suena este cuento? Al crujido de las vértebras al romperse. Una a una.
Lo recomiendo como lectura del tirón para explorar los rincones más recónditos de nuestros miedos. Pero no me hago responsable del posible dolor de huesos.
❤ Ptss, ptss, ¿eres más de cine? 👉¿Cuándo fue la última vez que visitaste a tus abuelos?
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