Este año comencé poniéndome unos propósitos literarios y podemos considerar esta publicación como una extensión de ellos.
La novela negra es uno de los géneros con más alcance entre los lectores. No te descubro nada nuevo. Es uno de los géneros que más se escriben y que más se publican. Este género, nacido en EE. UU., irrumpió en nuestro continente con mucha fuerza, y España no fue inmune a ello. Por esta razón, entre las estanterías de libros podemos encontrar una amplia oferta y podemos nombrar, casi sin pensarlo, a los grandes referentes del país, como Juan Gómez-Jurado.
Pero ¿qué pasa a nivel editorial con las novelas negras? Que la exigencia es muy alta. Supongo que porque el listón también está muy alto. Además, si un autor pega el pelotazo con una obra de género negro, tiene permanencia con la editorial, por lo general, para un tiempo largo, lo cual, a veces, hace que tengamos nuevas propuestas de autores que ya hemos leído, pero no tanto de caras nuevas. Y a mí, personalmente, me gustan las caras nuevas.
Mis dos grandes descubrimientos del año pasado, dentro del género, han sido Altea Cantarero y Jaime Pérez de Sevilla. Altea, con su novela Ogro, autopublicada en la plataforma de Amazon; Jaime Pérez, con su obra El mañana nos pertenece, publicada por Click Ediciones, de Grupo Planeta. Pero ¿podemos hacer más? Podemos hacer más.
¿Qué necesitamos para que un escritor no superventas, no influencer, no periodista, no domador de dragones, con una novela negra sea editado en el país de la novela negra en alza? Una historia que nos vuele la cabeza. Y, añadiría, una marca también dentro del género (y si hay por ahí algún que otro premio o galardón, mejor —dos de los grandes premios de nuestro país, el Planeta y el Nadal, se otorgan a menudo a novelas negras, lo que también marca de algún modo la deseabilidad del género—).
Empecemos por el principio. Altea Cantarero propone con Ogro una novela negra castellana, manchega y conquense. Le pongo estos tres apellidos porque ya sabemos que Cuenca es en parte manchega y en parte castellana. Y el tercero no necesita explicación. Por el contrario, Jaime Pérez de Sevilla tiene una obra de género negro y ambientación americana. Lo que me permite revolcarme muchísimo en esta doble vía que ha tenido siempre el género: lo que viene de fuera (sobre todo de EE. UU.) y lo que florece aquí dentro, en España. Porque todos recordamos el boom de la novela nórdica, ¿no? ¿Triunfaría ahora mismo a nivel editorial más la novela de Altea o la de Jaime? ¿Podríamos decir que la novela de Altea es made in Spain y que la novela de Pérez de Sevilla está influenciada por el género norteamericano? ¿O todo está influenciado por el género norteamericano?
Ambas tienen todos los ingredientes para triunfar. También ellos como escritores. Por eso uno de mis propósitos literarios de 2023 (el primer propósito te lo conté aquí) sería que ambos encuentren casa editorial con sus próximas obras inéditas, una ya terminada (Jaime) y otra en marcha (Altea). Pero, dadas sus diferentes ambientaciones, será un experimento muy interesante de búsqueda editorial que quiero estudiar con vosotros. Es decir, más que el debate de si tiene más influencia norteamericana la una que la otra, me interesa explorar sus posibilidades por las localizaciones que han elegido para exponer su argumento.
Creo que una novela negra, además del asesinato, de la investigación y de todo eso que ya sabemos, tiene que ser social, transgresora y muy incómoda. Cuando comencé a leer Ogro de Altea Cantarero, sentí como si me estuviera metiendo donde no me llamaban . Había tanto secretismo en aquel colegio de internas de La Dolorosa, en aquella España de los años 60, que las conversaciones con las monjas eran incómodas, las relaciones con las niñas eran turbias y el monstruo que andaba ya suelto por la ribera del Júcar se volvía, a cada página, más peligroso. No me hubiera gustado estar allí. Y quizás la literatura negra es esto: no querer estar en donde no puedes parar de estar (literariamente hablando).
Jaime, como os comentaba, plantea otro escenario. Nos lanza la pregunta de si el Ku Klux Klan sigue existiendo en pleno siglo XXI. Uh. Cuando leí la sinopsis, vinieron a mi mente las imágenes de los capirotes de toda esa gente enmascarada y sentí cierta resistencia a la trama. También el hecho de que aparezca violada y asesinada una joven afroamericana. El reto que plantea la novela negra es muy grande, porque sabemos que vamos a transitar por escenas crudas o inquietantes, pero tiene un magnetismo especial cuando la obra, como ya os conté con el caso de El mañana nos pertenece, está perfectamente trabajada y construida.
Pero ¿cuál elegirían entonces nuestros editores? ¿Les atraerían más los asesinatos religiosos en la Cuenca de los años 60 o el resurgir del grupo supremacista blanco en América del Norte? Es algo que también nos podemos preguntar a nosotros mismos, porque la respuesta está en los lectores, sin duda. ¿Nos gusta leer una historia más regional, más cercana, o de escenarios más exóticos?
Este marzo de 2023, uno de mis escritores representados, Jorge Sánchez L., publica su novela, El túnel de Oliva, con RBA Serie Negra. Cojamos, pues, este ejemplo. RBA Serie Negra anunció en enero de 2022 que iban a renovar su catálogo editorial apostando por autores nacionales. Hasta aquí, tanto Altea como Jaime entrarían en el perfil. También comentaron que mantendrían a sus autores de referencia y a otros nuevos como Christoffer Petersen, cuyas tramas se suceden en países extranjeros. La novela con la que comenzaron esta renovación de catálogo de autores nacionales, La isla más remota del mundo, de Myriam Imedio, tiene una mezcla de localizaciones, entre las que se encuentran Madrid y Santander como escenarios españoles. Otras de sus apuestas son La vida en la punta de los dedos, de Jokin Azketa, con escenario extranjero (un pequeño pueblo de la Patagonia) y El contrato sin nombre. de Alicia G. García, con carácter regional: Gijón. Parece haber, pues, un poco de todo, ¿no?
Personalmente, tiendo a pensar que ha habido un incremento de la deseabilidad editorial hacia escritores nacionales de género negro y que eso, de alguna manera, también ha hecho que las tramas sean cada vez más cercanas a nuestras localizaciones geográficas. Sin embargo, el foco puede que esté en el escritor/a y no tanto en el argumento. Que no importe dónde este se desarrolle si es bueno, si contiene toda esa negrura, como me dice Rosa, la editora de Espasa, cuando le mando una novela negra.
Veremos, pues, qué pasa. Si hay ojeadores en la sala, prestaría especial atención a estos dos autores del género, y echaría un vistazo a sus obras ya publicadas. Tanto Ogro como El mañana nos pertenece han sido mis grandes descubrimientos de 2022 y, además, son también de las reseñas más visitadas en la web. Estaré trabajando con ambos autores este año. Y explorando las nuevas tendencias editoriales del género.
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