¡Qué libro tan bonito!
Creo que podría resumir toda mi valoración en la frase anterior. El libro es taaaaaan bonito que, incluso, me he puesto un póster en la habitación de él, con esos dibujitos tan monos de María Ramos. Pero seamos serios y no usemos diminutivos (de momento).
Tres luces de María Ramos es un cuento dirigido, aparentemente, a un público joven. Comienza con la misteriosa caída de tres cositas (los diminutivos, jopetas) luminosas a la Tierra que desconciertan a los habitantes del campo. ¿Qué son? No lo sabemos, pero la señora Araña les lleva hasta las señoras lombrices y las señoras lombrices deciden que Topo se encargue de cuidarlas. Topo, un amante de la astronomía 👽
La naturaleza tiene un papel importante en este cuento. No apto para ultra mega urbanitas.
El cuento se divide en varias partes. Cuando las misteriosas luces ya están en casa de Topo, este, con sus mañas de mamá sobreprotectora, se encarga de protegerlas y de asistirlas en todo lo que necesiten. Todo sucede entonces dentro de la madriguera, porque Topo tiene miedo a que en el mundo exterior les pueda pasar algo. En Tres luces de María Ramos se respira un ambiente muy hogareño. Apetece quedarse ahí, calentitos, sobre todo en esta época de casi invierno.
También apetece, mientras leemos el libro, coger las ceras Plastidecor y pintar nubes porque con Tres luces de María Ramos estamos más cerca de soñar.
Sin embargo, como la propia Ramos comenta en el texto, los problemas, aunque no se los busque, siempre aparecen. Porque sin ellos, añado yo, no se podría evolucionar. En este sentido, algo muy bonito y curioso ha ocurrido en la historia de Tres luces: los personajes crecen y evolucionan. Topo deja de temer al mundo y, con miedo, se enfrenta a él. O, con miedo, comienza a confiar en él. Es así como una serie de catastróficas desdichas les lleva a salir al exterior y a buscarse nuevas casitas.
Mención especial a cómo de bonitas visten Topo y María Ramos a las tres luces. Me encantan sus outfits. Quiero vestir así.
En mitad de los problemas, llega también la revelación porque, recordad, seguimos con el dilema de quiénes son las lucecitas. Seguimos, de igual modo, creciendo, aprendiendo y evolucionando y hay varias simbologías de este crecimiento a lo largo del cuento, no sé si intencionado o no, pero encontramos por ejemplo plantas que crecen sin parar u orugas que se convierten en mariposas. Esto también nos enseña que hay un momento exacto para cada paso vital.
Cuando descubrimos quiénes son y de dónde vienen las tres luces, otra valiosa lección aparece ante nuestros ojos, a manos de los coloridos y pastelosos trazos de María Ramos: incluso entre enemigos, siempre existe un nexo de unión. El final es muy bonito y emotivo y responde a la pregunta de El Principito.
El Principito: «Me pregunto si las estrellas se iluminan con el fin de que algún día, cada uno pueda encontrar la suya».
Tres Luces de María Ramos: «Sí».
A saber: María Ramos es una ilustradora y escritora ¡extremeña! Compartimos la misma provincia de origen 💫
A saber (2): Esta reseña ha sido realizada para Babelio, allí os he dejado también algunas citas chachis del libro.
A saber (3): ¡Cómo mola la edición de Blackie Books! Tapa dura y rugosita, e interior de páginas gruesas con olor a desván antiguo.
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