Es cierto que son pocos los
escritores que pueden poner esta palabra, a secas, en su currículum, ¿qué hace
falta para que uno pueda vivir de su pasión por escribir?
Lees el currículum de muchos escritores/ras y pone: «Fulanito de tal, abogado, medico, profesor, cura, periodista…». Muy pocos resisten y subsisten con la exclusiva palabra escritor/ra. Este es un privilegio reservado para unos cuantos escogidos. Afortunadamente, no poseen la exclusiva de escribir con ingenio e interés, pues esta habilidad, por fortuna, ha sido repartida con generosidad entre muchas más otras personas, aunque no puedan vivir de la literatura. A estos escritores les hace falta una buena oportunidad para visibilizarse entre el mundo lector.
¿Podríamos definir al escritor
de novela histórica como una suerte de historiador afortunado que puede
permitirse el lujo de rellenar lagunas documentales con fantasía e imaginación?
La imaginación es una herramienta productiva de historias que hablan de
la historia. Aunque cuidado: no todo vale para los escritores de novela histórica.
Ahí están vigilantes nuestros amigos los historiadores, que son los
especialistas en historia, la disciplina que estudia y narra cronológicamente
los acontecimientos pasados. Unos se pueden conocer leyendo documentos debidamente
conservados. Otros se pueden deducir estudiando yacimientos arqueológicos. Los
menos apenas se intuyen. Pero quedan muchos otros acontecimientos por
establecer, a los que no se puede negar su existencia, solo porque no los
acredite un pedazo de pergamino, un hueso fosilizado o un trozo de cerámica.
Es indiscutible que los hechos del pasado sucedieron ciertamente y es bueno que alguien se encargue de contarlos de forma amena y atractiva, pero con el suficiente rigor como para que resulten verosímiles y coherentes, las dos líneas rojas que nunca debe traspasar un escritor de novela histórica que pretenda serlo.
¿Sobre qué gran hecho
histórico que no hayas abordado aún te gustaría escribir?
A la hora de escoger, es difícil ser original, pues todo parece haber sido ya explorado.
¿Dirías que la historia de
España es bien conocida o hay muchos bulos circulando libremente?
En general, creo que la historia de España es bien conocida, aunque me preocupan las tendencias revisionistas de parte, tan de moda en estos tiempos. La historia no se debe someter a votación.
Tradicionalmente se tiene a
Rodrigo, último rey visigodo, como un hombre de pocas aptitudes para gobernar;
sin embargo, en tu libro La última corona aparece como alguien que tenía
una visión que parece imposible para la época: unificar el reino visigodo. ¿Es
Rodrigo una figura maltratada por la historia?
Rodrigo reina poco tiempo y a contracorriente. Tiene que lidiar con las constantes intrigas intestinas. Por si le faltaba algo, se le cuelan los árabes por la frontera sur. Es un escenario poco propicio para lucirse y dejar un legado honroso para la historia. Aun así, es muy meritorio que Rodrigo busque la unidad de todas las provincias visigodas, pues está convencido de que es la única forma de evitar la invasión. El no conseguirlo sin duda empaña su figura ante la historia.
Podríamos casi decir que
seguimos arrastrando aquellos males, esa incapacidad para poner de acuerdo a
todas las regiones del país. ¿Es una especie de maldición que padecemos o tiene
alguna razón de ser?
No creo que se trate tanto de una maldición como del resultado aluvionario de la sucesiva concurrencia de pueblos de diversa índole y procedencia. Muchos autores sitúan la unidad política de España en 1707, cuando Felipe V vence en la batalla de Almansa y se erige en el único rey, derogando los Fueros regionales. No existe, pues, un concepto de España unida hasta bien tarde. No existía tampoco en la Hispania visigoda, y la falta de unidad facilitó sin duda el rápido progreso de la invasión musulmana.
¿Con qué escritor o escritores
te gustaría que te comparasen?
Hay muchos a los que admiro: Ken Follett, Santiago Posteguillo, Juan Eslava Galán, Jesús Sánchez Adalid…
Como escritor, ¿qué papel
crees que juega en un libro su portada?
La portada es la que inicia el idilio
entre el escritor y el lector. Pero la portada no garantiza el éxito de esta
relación. El buen fin o el fracaso del amorío dependen de que las páginas
interiores creen adicción en el que las lee, a ser posible una tras otra, sin
detener la lectura.
0 Comentarios
¡Muy importante! Antes de rellenar el formulario de comentarios revisa nuestra política de privacidad. No comentes ni rellenes ningún formulario si no estás de acuerdo con ella.
G R A C I A S por leer mis publicaciones y querer compartir tu opinión conmigo. Eres muy importante en mi Reino.