No sé si fue la flamenca con abanico en mano de la portada o esa palabra que vi de reojo pasando las páginas del libro (gotelé), pero Vidas baratas de Alberto Olmos me suscitó una curiosidad ladina, porque ¿no estaría Olmos hablando de mí, de ti y de todos en este libro? ¿No estaría hablando de España o de nuestro propia sociedad? Habrá que verlo.
¿Qué es lo cutre? Dices mientras clavas... Las primeras páginas y capítulos buscan una respuesta a esta pregunta. Vidas baratas no es un cuento ni una ficción, es algo así como una rumiación, sin la parte de preocupación excesiva, espero, porque la verdad es que el cutrerío puede ser un tema preocupante, pero tampoco es para pasarse con él. Cutre es una definición difícil porque ya es un concepto nuestro, de la persona de a pie que la manosea a su manera. Pero Olmos intenta acercarse a la cutrez, primero atendiendo a la filología, luego a Google y, después, a la experiencia personal.
La manera más efectiva es, sin duda, a través de ejemplos, por eso en la segunda parte nos metemos ya de lleno en barrios, verbenas y platos de Duralex. ¡Y me encanta! ¡Qué nostalgia! ¡Qué greguería! Si ya hemos leído a Olmos anteriormente, sabremos que la exposición de este desfile cutre de objetos, lugares y festejos tan nuestros no es ni una defensa ni una crítica ya que, por mucho que en el título se nos diga que esto es un elogio de lo cutre, más bien es un análisis de lo cutre. Que yo creo que ni el autor ni el lector sabe al terminar el libro si le gusta o no el cutrerío.
Es curioso porque esa sensación, la de la atracción o no por lo cutre, nos acompaña todo el texto. Alberto Olmos en Vidas baratas ha sembrado una duda excitante y terrorífica por partes iguales: ¿me gusta lo cutre? Y, a medida que avanzan las páginas implacables como las palabras del autor, que se mete en materias tan complejas como la política (cutre), la cultura (cutre) o el espectáculo (cutre), la cuestión desemboca en otra más profunda: ¿Soy cutre?
Pero pasemos por alto esta inquietud existencial, no vaya a ser que la respuesta sea afirmativa, y retomemos un instante esas esferas que no se salvan de lo cutre y que Olmos ha recogido en su ensayo: política, cultura y espectáculo. Este sería el cierre del libro. Sus hilos conductores para hablar sobre ello son Pablo Iglesias, Manuel Vilas e Ignatius Farray. Y se atreve con temas concretos, ¿eh? Como el libro Ordesa de Vilas o la entrevista que le hicieron a Iglesias en En tu casa o en la mía de Bertín Osborne. Lanza frases como «Lo cutre es la emoción del populismo de izquierdas», porque para qué callarnos. Y con Ignatius pues qué le vamos a hacer. Es Ignatius. Esta tercera es para leerla y disfrutarla.
Dicho todo esto, Vidas baratas de Alberto Olmos es un ensayo espectacular sobre el inquietante tema del cutrerío que convive con nosotros, nos guste o no, y que nos marca, mucho, como sociedad. Sobre todo, porque es un término nuestro, al que vamos alimentando con nuestras modas, nuestra cultura y nuestra voluntad. Y me alegro de que por fin alguien recoja las andanzas de este buen amigo que es, siento decírtelo, para siempre.
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