Le debo mi pasión por la lectura a la fantasía, de eso no cabe duda. Yo que antes miraba de reojo los libros con altas dosis de magia, comencé a sentirme verdaderamente atraída por ellos cuando descubrí Memorias de Idhún de Laura Gallego. Antes de esta trilogía, había leído novelas, sí, pero de forma mecánica, como quien come pipas. Después de Gallego, mi mundo cambió para siempre y la fantasía se convirtió en mi género de referencia. Sin embargo, con los años, me fui volviendo más y más exigente y el género dejó de monopolizar mis tiempos de lectura. Ahora me cuesta ponerme a leer este tipo de historias, aunque este año he disfrutado bastantes, como La maldición de Tonr de Leslie G.
La fantasía tiene algunos elementos muy reconocibles y, por lo general, no suelen ser libros únicos, sino constituyentes de alguna saga. Cuanto más crezco, más pereza me da comenzar sagas y cada vez tengo menos paciencia para las descripciones y ambientaciones (ese worldbuilding) que requiere la fantasía. Es por eso que el libro que hoy te traigo es casi un hito histórico en mi historial lector porque a pesar de ser el primer volumen de una saga que tendrá seis libros y de tener más de 500 páginas, no he podido despegarme de su lectura. Ylandra. Tiempo de osadía tiene exactamente todo aquello que consiguió consolidar en mí el hábito lector, pero de forma mucho más madura, pues en forma de novela coral, Roberto Navarro Montes, el autor de esta maravillosa obra, despliega toda una serie de intrigas palaciegas, tejemanejes y elementos perturbadores cargados de magia y acción. Vamos, lo que ahora se llama grimdark.
Ylandra. Tiempo de osadía comienza exactamente como nos advierte la portada. Un joven de capa roja está en medio de un salón para soltar una desagradable noticia. En este momento, ya sabemos que Ylandra es algo así como un continente y que hay una profecía. Esto es algo que nos gusta a los lectores de fantasía y no hay más que hablar. También leemos por primera vez una referencia hacia los Tres, que parecen ser peligrosos y conocemos el nombre del addai de capa roja, Kevyn. Kevyn, sin embargo, es solo una pieza del tablero. Kevyn lo que viene a decirnos es que, si queremos sobrevivir a todo lo que se nos viene encima, tenemos que buscar al maestro Aleyn Somerset. Y Aleyn Somerset ya no es una simple pieza. Es algo así como el tablero entero.
Los personajes son el núcleo central de la trama. Ellos son los que orquestan todo el argumento. Al ser una novela coral, cada capítulo está dedicado a un personaje, como en Juego de tronos, y cada uno de ellos cuenta con un delicado pasado, un fuerte conflicto y un destino imparable que les va a salpicar tanto a ellos como al lector. Es imposible escapar a las garras de este devenir en el que ya nos hemos metido de lleno.
Con una brutal ambientación, desde las primeras páginas, comenzamos a asistir al cruce de caminos que los personajes van a tener. Pronto nos topamos con Mara, una de mis protagonistas favoritas, así como con sus familiares más cercanos, Jules, Viktor o el juez Wellington y, también, con Guido, esclavista del juez que en Ylandra van a ser conocidos como anirios. Lo de «Tiempo de osadía» del subtítulo tampoco es casualidad, la cosa está revuelta en el continente, hay levantamientos de esclavos, está el tema este de los Tres y su regreso y, además, una cosa llamado Inferus anda merodeando por ahí. Y creo que no es un bicho, sino personas de carne y hueso. También tenemos una escuela, como no podía ser menos en una historia de tal calibre, en donde te puedes convertir en maestro mentalista, cronista, alquimista, brebajista, sanador o sanctorum, pero que nada tiene que ver con las clases de Harry Potter, pues aquí se pasa bastante mal. En esta escuela está Siara, la maestra de alquimia, que parece que está trastornada, pero tiene un papel fundamental en la trama.
Como veis, la historia es imparable en cuanto a personajes y es bastante sencillo seguirles el ritmo, así como saber quién es quién. Roberto Navarro Montes en Ylandra. Tiempo de osadía, se mueve como quiere por la psicología humana, los lugares geográficos ficcionados y temas sociales de especial interés. Porque esta no es solo una obra de fantasía, sino un libro que reivindica, detrás de lo novelesco, un montón de temas que están a la orden del día, como las relaciones con personas del mismo género o la esclavitud. Navarro aprovecha cualquier momento para dejarnos un mensajito necesario y muy bien hilado.
Hay mucho trabajo detrás de esta obra, me consta después de leerla. Es una de las mejores novelas épicas de fantasía que he leído en los últimos años y no ha habido un solo elemento que me chirriase. El manejo de los tiempos y de la tensión es excepcional y a pesar del grosor del libro, enseguida te plantas en mitad del mismo. Como en toda novela coral, habrá personajes que te gusten más que otros y, por ende, habrá capítulos en los que pongas más interés, pero está todo organizado al milímetro. La melodía completa suena muy bien.
Ylandra. Tiempo de osadía otorga un mayor peso, al menos en este primer volumen, a las intrigas políticas que a otros temas como la magia o la formación de los maestros a la hora de adquirir ciertas destrezas. Y me gustaría reiterar que todo gira entorno a esos personajes de moral dudosa, que están siempre en el límite del bien y del mal. Hace ya mucho que hemos abandonado la visión medieval de héroes intachables y ahora somos muy pro antihéroes. Los defectos de los personajes de Ylandra nos conectan directamente con nuestros propios defectos y nos vemos reflejados en sus dilemas morales. Sus decisiones, nuestras decisiones. Total, ya hemos caído en las garras de Navarro y vamos a ir hacia delante con su historia.
En resumen, Ylandra. Tiempo de osadía, es una espectacular, con letras mayúsculas, obra de fantasía épica grimdark y todo lo que te dé la gana decir en inglés, que va formar parte de una saga con seis volúmenes llenos de personajes que se cruzan y se descruzan y que tienen muchas cuentas que saldar. No hay nada que pedirle a Roberto Navarro Montes después de crear esta maravilla de historia; solo felicitarle por el talento que tiene y apremiarle para que saque pronto la segunda parte. La pereza lectora que nos entra cuando vemos libros gorditos o sagas largas se nos quita de un plumazo al leer la primera página de esta novela. Así que he aquí el remedio para reencontrarse de nuevo con aquello que nos convirtió en lectores: sorpresa ante esos mundos nuevos, inexplorados y bien construidos, y pasión por formar parte de ellos y de sus historias increíbles.
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