Reconozco que no me gusta cocinar. Cada vez que se acerca la hora de la comida o de la cena, que son los dos grandes momentos del día, me pongo de mal humor. Mi pareja puede corroborarlo. En esta casa, nos hemos repartido las tareas lo más justamente posible y yo me salvo de unas cuantas a cambio de cocinar. Como supondréis, a él tampoco le gusta, así que prefiere hacer el 90% de tareas del hogar antes que ponerse ante los fogones.
Cada vez que veo un libro como el de Foodtropia de Paola Freire siempre guardo la esperanza de que consiga enamorarme de la cocina. De momento no ha sido el caso, pues mientras escribo esta reseña tengo unas cuantas patatas hirviendo y el chapoteo del agua me está poniendo de los nervios, pero gracias al libro han ocurrido dos cosas: no he tenido que pensar la receta que voy a cocinar hoy y va a ser bastante sencilla de preparar.
Foodtropia es un libro muy sencillo. La introducción de Paola es breve y, después, va al grano con distintas recetas divididas por temporadas: primavera-verano y otoño-invierno. Lo primero que llama la atención al husmear entre sus páginas es que los ingredientes son fáciles de conseguir (y esto es para poner un monumento a la autora porque últimamente no hago más que leer recetas con ingredientes imposibles que te piden incluso sangre de unicornio) y son pocos. Lo segundo, la preparación de la receta no es enrevesada, esto no es una estantería de Ikea para la que necesites cuatro manuales de instrucciones.
Si me viera mi madre con un libro de recetas entre las manos durante mucho tiempo, se santiguaría un par de veces. Verás la sorpresa que se va a llevar cuando le diga que he tenido el libro de Paola Freire entre mis brazos durante toda la mañana y que, además, he tomado anotaciones. Estoy decidida a cocinar casi el total de las sugerencias de Foodtropia porque me han entrado, sobre todo, por los ojos. Las imágenes del libro son sobrias, pero potentes: Un plato bonito con el resultado de la receta sobre un fondo gris. Un atrezo estoico para que se te haga la boca agua.
Y es que me he dado cuenta de que hay cierto estoicismo en la filosofía comensal de Paola Freire (últimamente veo el estoicismo por todas partes, como en La ciencia del éxito de Santiago García) que es corroborado en el prólogo de Patricia Mateo. Para mí, algo estoico es algo imperturbable, que tiene dominio sobre sí mismo, y esto casa con la diligencia que encuentro en los platos de Paola, los cuales, sin parafernalias, transmiten esa seguridad imperturbable. Sus platos parecen que van a sobrevivir al tiempo porque lo sencillo siempre sobrevive al tiempo.
Foodtropia de Paola Freire es un libro muy intuitivo a la hora de utilizar y estoy segura de que va a hacernos la vida más fácil en la cocina. Las preciosas imágenes abrirán nuestro apetito y las sencillas recetas animarán a nuestro espíritu para que se enfrente (en mi caso) a la cocina o para que se entretenga (en el caso de muchas personas) en los fogones.
Las patatas ya están casi hervidas. Me voy a atrever con unos huevos escalfados sobre puré de patatas trufado y chips de kale. Aunque suena así como raro, es bastante sencillo. Palabra de hater. Y a lo mejor esta noche me hago un wok de ternera y verduras. Y mañana un arroz con calamares al estilo de Paola Freire. Y el fin de semana alguna crema. ¡Esto está chupado!
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