Es difícil hablar de un libro con tanta sensibilidad como este. Llevo varias semanas queriendo publicar esta reseña y fracasando en mis intentos. Pretendo decir tantas cosas, que se quedan en un intento mediocre. Tengo claro que, por mucho que hablemos sobre este libro, solo leyéndolo podrás entender qué tipo de historia te vas a encontrar en El banco de los secretos de Gaia Jiménez, participante primeriza del Premio literario Amazon Storyteller 2021.
Intentaré, sea como fuere, hacerte un esbozo de la magia de esta obra. El banco de los secretos comienza in media res. Nuestra protagonista, Lira, nos confiesa que su verdadero nombre es otro irrumpiendo en una especie de sesión de meditación, de yoga o algo así (o eso es lo que parece a priori). Allí se encuentra con alguien que la paraliza y, cuando pretende marcharse, la profesora la detiene y la invita a que relate su historia. La historia del libro.
Lira es una chica perdida con problemas familiares, un pasado que la atormenta y una reciente ruptura sentimental (a la que asistimos) a sus espaldas. En mitad de toda esta vorágine, no se la ocurre otra cosa que ir a llorar a un banco del parque en donde se encuentra un mendigo que la escucha en silencio. Mientras tanto, Hero, el rico, guapo y famoso actor que inundó las pantallas de Hollywood y que tiene una relación oscura con su familia, aparece por el barrio Nueva Era, un barrio que bien podía ser el indie de los actores, actrices y directores de cine. Y, en mitad de todo ello, un perrito callejero sosteniendo las historias de cada uno de los entrañables personajes que nos vamos a encontrar en El banco de los secretos.
Tengo claro que El banco de los secretos no podría ser sin sus personajes y sin sus ambientaciones. Aunque tiene una trama muy potente que nos engaña durante todo el relato, al final, la compañía de esos seres de ficción es lo que más nos reconforta. Gaia Jiménez toca en este libro diferentes clases sociales, distintas razas, orientaciones sexuales, géneros y edades y permite que cada uno de ellos sea un altavoz para una causa muy concreta porque, si algo le interesa a la autora, es reivindicar aquellas partes de nuestro mundo que todavía están en pañales, como la lucha contra la pobreza.
Los escenarios son otro punto a favor. Ya he nombrado Nueva Era, un barrio de ficción que Gaia ha ubicado en Los Ángeles. Lira lo define así en el libro: «Nueva Era era justo lo que su nombre indicaba, un pequeño barrio de nueva construcción con aspiraciones a convertirse en algo más grande, un lugar abocado al cambio que renegaba de las luces de neón de la meca del cine y toda su filosofía de despilfarro y vida disparatada. Era un lugar donde empezar de nuevo, era un lugar donde cualquiera podía reinventarse». También está atmósfera hollywoodiense que, aunque la autora pretende criticar más que alabar, dota de mucho exotismo al argumento. Pero si hay un escenario realmente importante ese es Sky Row, el mayor barrio pobre de Los Ángeles, una realidad que existe en nuestro mundo. Cuando Gaia lo descubrió, se quedó tan impactada del contraste entre la zona rica y la zona decadente con escasos metros de distancia (no estamos hablando de las periferias, sino de un barrio pegado a otro) que le convirtió en el gran protagonista, incluso por encima de Lira o Hero, de la historia.
Gaia Jiménez no es una escritora de las que ocupan tu estantería de libros sin mayor interés. El problema de hacer un hueco en tu vida y en tu biblioteca a esta autora, es que tu mundo se pondrá patas arriba. Las emociones que suscita El banco de los secretos no son agradables en muchos sentidos y,todas ellas, desde la ira hasta la frustración, tienen un objetivo muy claro: que muevas el culo y que cambies tu mundo ahora mismo.
Así que, con este lema por bandera, tenemos que desentrañar por qué Lira termina en Sky Row, quién es el mendigo que la acompaña, cómo llegará Hero a robar su corazón y qué hace un perro en medio de toda esta historia. Tenemos que rebuscar en las calles más oscuras del cine de Hollywood y sacar a la luz tantos y tantos nombres, sobre todo de mujeres, que han sido vapuleados en la implacable industria del séptimo arte. Y esto último que he dicho es muy importante porque la idea del argumento nace también del movimiento #Metoo. El banco de los secretos trata de limpiar la basura, a su manera, de las calles de Los Ángeles, mientras miente vilmente al lector.
Porque todo lo que lees es una mentira. Por eso El banco de los secretos te engaña todo el rato y no por ello deja de ser fascinante, ya verás.
No quiero marcharme de este mediocre intento de reseña (sigo con el síndrome del impostor cuando intento hablar de la novela de Gaia Jiménez) sin destacar la relevancia del amor en el texto. He hecho mucho hincapié sobre las sombras, la crítica social, pero me dejaba fuera el motor, el impulso, las ventanas que se abren de par en par en un edificio viejo que se cae a cachos: lo que es lo mismo, dar y recibir amor. En El banco de los secretos encontramos personas de todo tipo, por lo que es obvio encontrar también relaciones de todo tipo. Dos hombres que se aman, un grupo que se arropa incluso en la pobreza, un animal que es puro sentimiento, un corazón roto que aún se puede reconstruir y dos mundos diametralmente opuestos que se enamoran sin prejuicios. Ni Spielberg podría hacerlo mejor.
Aquí está todo, todo lo que he podido transmitir de uno de los mejores libros que he leído del Premio literario Amazon 2021. Si El banco de los secretos de Gaia Jiménez no es finalista y ganador de este concurso, al menos es merecedor de ser leído por la mayor parte de personas porque no dejará indiferente a ninguna y logrará llenar nuestras cabezas y nuestros corazones de sueños, lucha y amor.
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