La pregunta más habitual que suelen hacerme acerca del Premio literario Amazon, concurso en el que vengo trabajando desde 2018 con escritores que han llegado a finalistas y ganadores, es la siguiente: ¿Qué debe tener una novela para ser seleccionada como finalista? El año pasado, traté este tema con Cruce de caminos en una publicación en donde repasábamos las posibles características de los finalistas, sin embargo, hoy te voy a dar una respuesta diferente y bastante lógica: Lee los libros seleccionados para averiguarlo.
La pata de oca de Raquel G. Osende fue una de las cinco novelas finalistas de 2020. He tenido el placer de trabajar con la autora después de esta nominación y, por ello, he podido conocer el plan que tenía para presentarse al concurso, el cual fue aplicando en mayor o menor medida. Conociendo dicho plan al dedillo, pienso firmemente que esta obra fue seleccionada por cuestiones más internas que externas: contenido más que marketing. Así que tirando de este hilo, creo que tenéis una gran oportunidad de conocer de primera mano qué tipo de historias busca Amazon y a qué nivel literario tenéis que estar para llegar a ser finalistas.
Raquel G. Osende fue bastante atrevida. La pata de oca es una novela de viajes, que nos lleva hasta el mismísimo Camino de Santiago. La obra se publicó en un momento mundial en donde teníamos restringidos los desplazamientos, así que la morriña estaba garantizada, aunque me consta que la autora no lo hizo con idea y que, de hecho, esta pandemia le estropeó varios planes de promoción que tenía previstos.
En realidad, hay tantos Caminos como lugares desde donde empezar a caminar.
La pata de oca comienza con dos escenas separadas de sus dos principales protagonistas, diametralmente opuestos. Por un lado, Nacho, un padre de familia extrovertido, inmaduro y atractivo que está harto de la rutina de su matrimonio y emprende el Camino de Santiago con la esperanza de encontrar nuevas aventuras (del tipo que sea, cosa que queda clara a lo largo de la lectura). Por otro, Lorena, una joven a la que acaban de despedir del trabajo, introvertida, excesivamente responsable, poco sociable y de personalidad comedida. Nadie sabe que Lorena se ha quedado sin trabajo y que, dado que no tiene nada que hacer, se va a recorrer el Camino de Santiago. Ni si quiera ella misma se explica qué está haciendo. Son dos vidas muy diferentes: una ya está construida (y destruida, diría yo) y la otra está aún por erigir.
Raquel G. Osende dispone que las cosas ocurran así desde el inicio, un choque de personajes, con una construcción psicológica excelente, que se ven, pero no se miran y que se encargarán de enredar la novela a medida que recorren el Camino de Santiago. Sin embargo, quiero advertir al lector que esta no es una historia lineal ni un romance habitual, pues esta novela se aleja mucho del género romántico. Creo que la obra se basa, realmente, en descubrir quién consigue evolucionar en este viaje y quien acaba maltratado por su propio argumento.
Y, ahora, llega la excursión. Partimos desde Roncesvalles para vivir el Camino como si fuéramos nosotros los que le estamos recorriendo. Raquel G. Osende no escatima en descripciones en La pata de oca y es muy generosa a la hora de narrar los pormenores emocionales y físicos que te puedes encontrar en él a cada paso. Un libro plagado de ubicaciones reales (el conjunto monumental de Irache, el oscuro bosque verde de Montejurra, las calles de Logroño, el infierno de Castilla, lugares perdidos como los chopos de San Bol, pueblitos con nombres impronunciables como Zariquiegui...), curiosidades históricas (¿sabes cuáles son los tres grandes templos del Norte en la ruta jacobea?) y de casillas de un juego en el que el lector es partícipe. ¿Acaso tiene algo que ver el famoso Juego de la Oca con esta historia? Una de mis conclusiones es que, aunque en este tablero siempre caminas hacia delante (Ultreïa!), a veces lo haces para retroceder.
«¡Son amores de oca!», habría dicho la abuela Maruxa, sentenciándolos como pareja fracasada.
La pata de oca es como una guía en clave de ficción sobre el Camino de Santiago, con un título que invita al juego, pues ya descubrirá el lector qué es eso de la Pata de oca.
Necesito retomar a mis personajes favoritos, ¿dónde se han quedado Nacho y Lorena? Ah, sí, les hemos dejado en la casilla de partida.
Nacho y Lorena entrelazan sus caminos desde el inicio sin saberlo, pero no se conocen hasta ya avanzada la trama y he aquí un rasgo de escritura trabajada y madurada. La autora se toma su tiempo antes de enfrentar a sus dos mejores piezas cuando lo fácil en este caso sería patinar. Las prisas por continuar la trama argumental pueden llevar a un escritor novel a anticipar el choque de personajes en vez de esperar al momento adecuado. Me imagino, por el contrario, a Raquel G. Osende agazapada entre las páginas esperando el momento cumbre de su encuentro y permitiendo mientras tanto que el lector se haga una radiografía perfecta y exacta de quiénes son Nacho y Lorena. Además, otro indicio de buen dominio literario tiene que ver con la construcción de los personajes secundarios, los cuales adquieren mucha relevancia y tienen un perfil psicológico completo como los principales. Todos poseen una buena razón para hacer el Camino de Santiago y Raquel lo sabe, así que no deja nada al azar.
Tous les matins nous prenons le chemin, Tous les matins nous allons plus loin, Jour après jour, la route nous appelle, C'est la voix de Compostelle. C'est la voix de Compostelle. Ultreïa! Ultreïa! Et sus eia. Deus, adjuva nos!
Otro aspecto muy interesante es cómo en La pata de Oca el estado de ánimo de los personajes va cambiando en virtud del paisaje. Parece que los lugares tienen poder sobre ellos y se alzan como una mano ejecutora más de la propia historia de los caminantes. Es imposible que el ánimo no se espese al recorrer la meseta de Castilla o que el corazón no se enfríe a la altura de León.
La pata de oca es un sí al Camino de Santiago, pero también a los encuentros y despedidas, a la paciencia, a la belleza de la vida y a los viajes en general y en particular, pues todo el libro es, por descontado, una travesía interior.
¿Y el amor? ¿Y la historia? Como os dije al inicio, he tenido la oportunidad de trabajar con Raquel tras su nominación y he vivido en propia piel lo difícil que era catalogar esta obra y encontrar, por ejemplo, las palabras clave y categorías adecuadas. A día de hoy la autora y yo aún nos seguimos comiendo la cabeza, así que no te sé decir mucho más sobre el amor o sobre la historia. La pata de oca es una experiencia que alberga muchas cosas, desde sus escenas con lluvia propias de El diario de Noah, hasta sus momentos en soledad peregrina con monólogos acerca de todo y de nada.
Da igual que vengan porque lo han visto en un folleto turístico; lo que importa es que entran en el Camino y entienden lo que es.
La autopublicación presenta cada vez una calidad literaria superior y ya no hay duda de que es una opción sólida para que autores con talento puedan mostrar sus obras al mundo sin esperar a que otros quieran apostar por ellas. La pata de oca de Raquel G. Osende es ejemplo y camino, como el de Santiago, una apuesta muy fuerte que se alzó con la nominación de finalista del Premio literario Amazon Storyteller 2020 y que al leerla, puede enseñarnos mucho sobre la vida y sobre la escritura.
¿Qué características tienen las obras finalistas del Premio Amazon? Leed La pata de oca de Raquel G. Osende.
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