Todos hemos jugado alguna vez al tres en raya y tenemos clara la dinámica: se debe completar una línea, vertical, horizontal o diagonal, por símbolo. Y no vale colocar ningún símbolo sobre una casilla ya jugada. ¿Estamos? Ahora bien, Tres en Raya de Dimas Prychyslyy, si tiene unas reglas específicas, yo no las he descubierto.
Prychyslyy se ha hecho con el premio València Nova de poesía, el Premio Logroño para Jóvenes escritores y el 25 Primaveras. Ahí es nada. Pero, sobre todo, se ha hecho, de manera disruptiva, con el lector. Analizando el libro que nos ocupa, Tres en raya, los relatos comienzan y terminan sin inicio y sin fin y te encuentras, de repente, en una pequeña trama, sin que nadie te haya pedido permiso y sin saber muy bien cómo puedes salir de ahí, para descubrir que se sale leyendo, por supuesto. Debo reconocer que me ha ha gustado esta forma abrupta de relato que dice más de lo que cuenta, aunque por ella haya tenido que echar mano de aquel artículo que publiqué el año pasado y que se titula Cómo reseñar un libro raro.
¿Tres en raya de Dimas Prychyslyy es un libro raro? Es un libro con rarezas. La primera de ella ya se nos advierte en la frase «No hay victoria posible, el empate es la única forma de salir airoso». Y es que, en cualquier libro, parece que siempre caminamos hacia la victoria o hacia la derrota, pero en este caso, los personajes, sean cuales sean sus circunstancias, se encuentran con el empate. Y si no, lean ustedes entre líneas.
Y es que la vida está llena de empates y sobre ella habla Tres en raya. Bueno, sobre la vida, la derrota, el amor, el desamor, los recuerdos... Doy marcha atrás: sobre la vida. Además, con toque culinario.
Tres en raya de Prychyslyy está dividido en tres partes: «Los raros», «Las perdidas» y «Los infelices». Cada una de estas partes tiene su propia receta, también culinaria. Esta receta es cocinada, a su manera, en el relato que le corresponde, pero también a lo largo del libro y deja un olor delicioso. Me atrevo a decir, además, que es una pequeña comparación eso de vivir con cocinar porque, aunque no voy a desglosar aquí la simbología y relaciones emocionales que podemos establecer con la cocina o con los que nos cocinan o con lo que una vez cocinamos o más bien con lo que una vez nos cocinaron, es el fuego que alimenta, los dioses gentilicios, el hogar, el inicio. Dimas escribe así, como metiendo las manos en la masa de un inicio.
Por último, como una obra no se entiende hasta que se entiende al que escribe la obra, leyendo lo que Prychyslyy comentó para Zenda Libros, «He intentado reconciliarme con esa idea de no llegar», cierro el círculo de unos relatos sin reglas, pero con rarezas, que saben a un atípico sabor. Sacando, además, esa frase de contexto y haciándola mía, pienso que con Tres en rayas de Dimas Prychyslyy quizás no se llegue a ninguna parte, pero, de alguna manera, nos reconciliamos con nosotros mismos en un armonioso empate.
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