Un héroe literario como Dios manda es mucho mejor si tiene su propia saga. Porque de todos es sabido que no es igual protagonizar un libro (que no está nada mal, oye) que tener tu propia saga heroica, y más si, en vez de un héroe, estamos hablando de una heroína. Por eso tiene mucho mérito lo de Aglaé, que, aunque no es una mujer, es una orgullosa oceánida, de la que la que ya hablamos hace tiempo en los cómics que debías leer antes de que terminase el año, en donde incluimos El cantar de Aglaé de Anne Simon. Esta fue su primera aventura, y ahora vuelve a ocupar el escaparate de novedades de Ediciones La Cúpula con Emperatriz Cixtitis, que no es una secuela al uso, más bien una entrecuela, o una paracuela, si se me permiten tales términos.
En la primera parte de su historia, veíamos cómo Aglaé era expulsada de su acuático mundo por su padre, herido en el orgullo masculino típico del «han deshonrado a mi hija... (así que yo la termino de deshonrar y listo)». La chica vivía toda suerte de peripecias, que no desvelaremos aquí, porque de verdad que merece la pena leerlo, pero el caso es que acaba tocando poder, y el libro es un bonito ejemplo de las cosas que suceden cuando uno ha tocado fondo (nunca mejor dicho en el caso de nuestra oceánida) y alcanza una posición poderosa dejando por el camino a toda suerte de indeseables, y a algún pobre inocente, que de eso van también las moralejas. Aunque el tema de las moralejas es complicado; personalmente no apostaría por una en concreto, más bien creo que Anne Simon prefiere presentar la historia de modo que las conclusiones sean del lector. Y esto se agradece mucho, si se me permite este inciso, en un mundo donde el mensaje está cada vez más infantilizado y los titulares ya nos dicen hasta cómo nos debemos sentir ante cada noticia.
El caso es que Simon disfruta mucho de sus personajes, del universo que les ha creado, de su país de Marylene, de su Suffragette City, que es todo un alegato feminista, y ha decidido crear esta historia, que, ya digo, no es una secuela, no es una rigurosa continuación de la historia de Aglaé, pero sí que permite continuar profundizando en su figura, y de ahí lo atractivo de esta saga. En Emperatriz Cixtitis, Suffragette City se prepara para la visita oficial de la emperatriz de Chichinia, Cixtitis, que es mala como lo que evoca su nombre, depravada y perversa, pero que, también es cierto, es un personaje carismático que a veces hasta despierta esa simpatía inconfesable de los tiranos más esperpénticos.
El caso es que Cixtitis ha secuestrado a los súbditos masculinos de Aglaé con el objetivo de convertirlos en esclavos, pasando previamente por la castración, eso sí. Y Aglaé es una mujer diplomática, pero cuando se calienta, tiene un par de... lo que quiera que tengan las oceánidas, y bien grande, así que este cómic se convierte en un grandioso duelo de egos entre dos reinas temperamentales y antagónicas, aunque igual de decididas.
Por el camino, Anne Simon dibuja un elenco de personajes únicos, todos con su particular protagonismo, como Henry el caballo, el cocodrilo Damien, cocinero oficial de Su Majestad, o Li Lian, un oscuro personaje que se arrima al sol que más calienta. Pero esta no es una saga al uso, ya lo hemos comentado, esta es una saga de heroínas, por eso hay un gran contraste entre las personalidades de los caracteres masculinos y los femeninos, destacando la resuelta Simone, secretaria personal de la reina Aglaé, que no duda en llevar sus planes hasta sus últimas consecuencias, o el ejercito de amazonas con forma de patatas fritas al mando de Sabine, que sueña con ceñir la corona y que no dudará en movilizar a sus temibles mercenarias cuando la cosa se ponga realmente fea.
Los papeles femeninos están cambiando en todos los ámbitos, por supuesto también en la literatura. Llevan tiempo en esa dinámica, y esto es algo muy celebrable, no solo por cuanto supone un avance feminista o para que existan más referentes para mujeres y niñas, sino porque es un soplo de aire fresco, porque es muy aburrido ver siempre al macho salvador y a la hembra desvalida. Y obras como Emperatriz Cixtitis prueban que la inversión de esos papeles no da necesariamente siempre el mismo resultado, que existen multitud de posibilidades, y que autoras como Anne Simon saben dejar volar su imaginación para crear universos muy disfrutables.
Yo, personalmente, espero que siga divirtiéndose con sus personajes y que pronto haya otra aventura en las tierras del país de Marylene.
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