Reina Lectora al habla. Esta reseƱa no estaba programada para el mes de mayo, asĆ­ que os lo podĆ©is tomar como un bonus que hemos incluido, gracias a Javier Arroyo, que es quien se encarga de estar con vosotros hoy. ¡Besitos a tod@s!

¡Hola queridos amigos de la Reina Lectora! HacĆ­a tiempo que no pasaba por aquĆ­ a contaros nada, y con todas las cosas interesantes que estoy leyendo, creo que ya iba siendo hora de volver. AsĆ­ pues, quĆ© mejor que hacerlo con el que creo que puede ser el cómic europeo del aƱo: El Puerto Prohibido, de Teresa Radice y Stefano Turconi, editado por Dibbuks. No quiero parecer un fan enloquecido, pero os aseguro que me ha encantado, tanto la historia como las ilustraciones, y tambiĆ©n tengo que ir con cuidado porque se trata de una de esas historias de las que, a poco que cuentes, puedes estar desvelando demasiado. Comencemos.


¿Por quĆ© decidĆ­ leer El Puerto Prohibido? Siempre me ha encantado el cómic europeo, de hecho, me aficionĆ© a leer cómics gracias a grandes obras de autores europeos, como Alan Moore, Neil Gaiman, Bryan Talbot, Xavier Dorison, o Denis Bodart y Fabien Vehlmann, creadores de la maravillosa Green Mannor, por ejemplo. AsĆ­ que, cuando leĆ­ la sinopsis de El Puerto Prohibido, que hablaba de un nĆ”ufrago sin memoria y un misterio que emerge desde lo mĆ”s profundo del mar, no me pude resistir y decidĆ­ cuĆ”l debĆ­a de ser mi siguiente lectura.

¿Cómo es la lectura de El Puerto Prohibido? El libro estĆ” estructurado en cuatro episodios, a travĆ©s de los cuales se nos narra la aparición de Abel, el protagonista principal, aparente vĆ­ctima de un naufragio que ha perdido la memoria, y cómo va descubriendo quiĆ©n es, de dónde viene, y quĆ© papel juegan en su historia las personas que le rodean, e incluso la propia mar.

La acción transcurre a comienzos del siglo XIX, en una época especialmente convulsa, por los conflictos entre el Imperio BritÔnico, el español y la Francia de Napoleón. Muy poco de ellos aparece en escena, es verdad, pero la atmósfera bélica estÔ presente continuamente en la obra ya que los autores han sabido plasmar muy bien, cómo el enfrentamiento en el continente, se convierte en tempestad también en el mar.


Ilustración de Stefano Turconi

En este sentido hay que decir que la ambientación es exquisita, a la altura de las mejores historias de piratas. Si bien no es esta la temÔtica, las historias que transcurren en el mar, por lo general, han tenido siempre a los piratas como parte suculenta de la acción, y es por ello que son un referente primordial. Sin embargo, un mérito de esta historia es no haber recurrido a tópicos ni lugares comunes de la literatura de piratas mÔs reciente, y haber preferido apoyarse mÔs en la esencia del clÔsico de Robert Louis Stevenson, La Isla del Tesoro. Imposible de negar si tenemos en cuenta que uno de los protagonistas se llama Robert, y que el apellido Stevenson tiene un peso crucial en la trama.

En el apartado grÔfico, hay que destacar la pericia y el talento con que Stefano Turconi ha dibujado cada viñeta, muchas de ellas sencillamente espectaculares, sirviéndose de un lÔpiz para acometer entre otras barbaridades, la tarea de relatar las peripecias de un buque de guerra en mitad de una tormenta, al doblar el Cabo de Hornos. Casi nada. Creo sinceramente que El Puerto Prohibido se merece la consideración de joya en cualquier biblioteca en que descanse, durante el (breve) tiempo que podamos pasar sin que nos narre la multitud de historias y aventuras que alberga entre sus pÔginas.

¿VolverĆ­as a leer algo de estos autores? Sin duda, sĆ­. He quedado fascinado con la historia que cuenta El Puerto Prohibido, y con el guion tan cuidado que ha elaborado Teresa Radice. Se nota un esmero en los detalles muy poco usual, aunque no soy un experto en navegación y cuestiones marinas, pero sólo el hecho de que haya cuidado tanto la mĆŗsica que cantan los marineros en sus travesĆ­as o las citas que, de cuando en cuando, salpican el texto, ya indica que la obra es algo diferente que merece la pena leer.

AdemĆ”s, el final de la obra, que no es una mera conclusión sino que va mĆ”s allĆ”, como una autĆ©ntica reflexión vital, consigue que el lector quede atrapado y que necesite volver a pasear por sus pĆ”ginas, al menos una vez mĆ”s. 


¿QuĆ© os ha parecido? ¿Os animĆ”is a leer este cómic? ¿Os gusta las ambientaciones marĆ­timas? 

Javier Arroyo


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